Boletin n. 15

09/10/2023

Sumario

Testimonio

Las 5 cosas que más lamenta la gente

Lo cuenta una enfermera

Bonnie Ware es una enfermera y escritora australiana que pasó varios años de su vida cuidando a enfermos terminales. En 2015 escribió un libro titulado «El top cinco de las cosas que lamentan las personas en su lecho de muerte».

Se trata de las memorias de su vida y cómo ésta fue transformada a través de los arrepentimientos de los enfermos terminales que cuidó.

«Durante muchos años he trabajado en cuidados paliativos. Mis pacientes eran los que habían ido a casa a morir. Algunos momentos increíblemente especiales fueron compartidos. Estuve con ellos durante los últimos tres a doce semanas de sus vidas», explica Bonnie Ware.

«La gente madura mucho cuando se enfrentan a su propia mortalidad. Aprendí a nunca subestimar la capacidad de una persona para crecer. Algunos cambios fueron fenomenales. Cada uno de ellos experimentó una variedad de emociones, como es de esperarse, la negación, el miedo, el enojo, remordimiento, más negación y finalmente la aceptación. Sin embargo, cada paciente encontró su paz antes de partir, cada uno de ellos», revela Bonnie Ware.

Cuando se le preguntó acerca de los deseos y arrepentimientos que las personas tenían en el momento de su muerte, ella reveló en su blog los más comunes y los que más le impactaron:

1. Ojalá hubiera tenido el coraje de vivir una vida fiel a mí mismo, no la vida que otros esperaban de mí.

Este fue el lamento más común de todos. Cuando las personas se dan cuenta de que su vida está a punto de terminar y miran hacia atrás con claridad, es fácil ver cuántos sueños no se han cumplido. La mayoría de la gente no había cumplido aún la mitad de sus sueños y tenía que morir sabiendo que era debido a las elecciones que habían hecho, o que no hicieron.

2. Ojalá no hubiera trabajado tan duro.

«Esto salió de cada paciente de sexo masculino que cuidé», relata la enfermera. Se perdieron la juventud de sus hijos y la compañía de su pareja. Las mujeres también hablaron de este pesar. Pero como la mayoría eran de una generación anterior, muchos de los pacientes de sexo femenino no habían sido el sostén económico de su familia. «Todos los hombres que cuidé lamentaron profundamente el haber gastado tanto sus vidas en una existencia de trabajo».

3. Ojalá hubiera tenido el coraje para expresar mis sentimientos.

Muchas personas suprimieron sus sentimientos con el fin de mantener la paz con los demás. Como resultado, se conformaron con una existencia mediocre y nunca llegaron a ser lo que eran realmente capaces de llegar a ser. Muchas enfermedades se desarrollan como un resultado relacionado con la amargura y el resentimiento que cargan.

4. Me hubiera gustado haber estado en contacto con mis amigos.

A menudo no se dan cuenta realmente de los beneficios de los viejos amigos hasta después de semanas de convalecencia, y no siempre fue posible localizarlos.

Muchos de ellos habían llegado a estar tan atrapados en sus propias vidas que habían dejado que amistades de oro se desvanecieran por el paso de los años. Pese a los lamentos profundos acerca de no dar a las amistades el tiempo y el esfuerzo que se merecían.

5. Me hubiese gustado permitirme a mí mismo ser más feliz.

«Esta es una sorprendentemente común. Muchos no se dieron cuenta hasta el final, que la felicidad es una elección. Se habían quedado atrapados en patrones y hábitos antiguos. El miedo al cambio les había hecho vivir fingiendo a los demás, y a ellos mismos, que estaban contentos. Cuando muy adentro, anhelaban reír de verdad y tener esa alegría en su vida de nuevo».

(Publicado originariamente en Aleteia, y unos días después en ReL en abril de 2015)

 

Cuestiones de fe

El problema del dolor y del mal (3)

Si Dios es bueno cómo existe el mal

Esta es, sin lugar a dudas, la gran objección que se suele hacer a la existencia de Dios. Nos cuesta aceptar que hay misterios, explicaciones que nos superan.

La posición más extrema es aquella de quienes niegan la existencia de Dios ya que no entienden que exista el mal y que Dios sea bueno. Dicho de otro modo, aquello que no entiendo niego su existencia. Aunque el sufrimiento nos afecte mucho afectivamente hay que reconocer que esta argumentación es excesivamente antropocéntrica.

Otra posición es negar la bondad de Dios. Ante tantos aspectos maravillosos de la creación no es fácil negar que Dios sea bueno.

La otra explicación es la que encontramos en la propia naturaleza: ocurren males para obtener bienes. Pero en el actuar humano, esto no resulta facilmente deducible. Existen males en los que es difícil acabar de ver algo bueno. Quizá el bien hay que esperarlo del infinito poder de Dios que no alcanzamos a comprender. Esta opción requiere bastante humildad.

La negación de Dios no conduce a nada, pues el mal sigue existiendo aunque neguemos a Dios. Al negar a Dios cerramos la única puerta por donde puede entrar algo de luz ante el problema del mal y el dolor.

 

Creer para vivir

La prudencia (4)

Saber lo qué se quiere y porqué se quiere

Puede parecer –desde una mirada superficial– que es imposible tener en cuenta tantos aspectos antes de actuar. Sin embargo, la inteligencia humana es muy capaz de ello. Puede ser que algunas personas no tengan las condiciones de inteligencia suficientes.

Una de las dificultades de la prudencia es que exige reflexión, pararse a pensar, y eso nos suele costar. Para un buen ejercicio de la prudencia se requiera saber muy bien lo qué se quiere y porqué se quiere. Y ninguna de las dos es sencilla.

La simple pregunta de qué quiero en la vida puede resultarnos ardua. Darle vueltas al sentido de nuestra existencia nos puede parecer un tema inabordable. Pero hay que abordarlo.

Ante las diversas opciones de sentido asalta la cuestión de porqué elegir esa opción. O sea, porqué queremos lo que queremos.

Si no se ha trabajado algo todo esto, es difícil dejar de lado los planteamientos egoístas. Pensar que no nos afecta la soberbia, la vanidad, la codicia, la envidia, la sensualidad, el deso de poder o la sensualidad suponen una ingenuidad imperdonable.

Podemos torcer los más nobles deseos para buscar nuestras intenciones. Eso es la astucia. Si vamos más allá llegamos a la perversidad.

Todas las habilidades personales se hacen virtud a partir de las intenciones rectas, honradas, sanas, santas. La prudencia apunta siempre al bien, busca lo mejor, elige lo que –según como se presenten las circunstancias– puede ser más grato al Señor.

 

Noticias

El triduo del Pilar, tendrá lugar el lunes 9, martes 10 y miércoles 11, en la Misa de 19.30 donde se hará una breve reflexión sobre la festividad.

La fiesta del Pilar se celebrará el jueves 12  con el horario de misas festivo: 11.00 y 13.00. 

El sábado 14, de 11,00 a 14,00 peregrinación a Estíbaliz de todo el arciprestazgo.

 

 

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