Boletín n. 3

06/11/2022

Sumario

Testimonio

Era ingeniero y tenía un buen trabajo

Cuanto más iba a misa más sentía una llamada de Dios

José Manuel Vellón fue ordenado sacerdote el 6 de julio de 2019 en Ciudad Real.  Como cada vez es más habitual, fue ordenado a una edad madura, 39 años, y tras haber tenido una importante experiencia profesional antes de ingresar en el Seminario.

Este sacerdote era ingeniero de Caminos, una de las carreras que entraña mayor dificultad y que una vez superada ofrece grandes puestos de trabajo. Sin embargo, al calor de la Eucaristía y la Adoración este manchego fue poco a poco descubriendo que Dios le llamaba a otra cosa: servirle como sacerdote. Y así finalmente dejó todo en 2011 para ser seminarista. En la web Jóvenes Católicos, José Manuel relata su testimonio en primera persona:

Cuando se ha sugerido para ofreceros unas palabras sobre mi testimonio de Fe y vocacional me puse en manos del Señor para que me iluminase en el modo de hacerlo. Nos encontramos inmersos en un tiempo de dificultades, tampoco antes fueron fáciles, por eso debe llevarnos a interrogarnos acerca de nuestra propia fe, cómo se encuentra y cómo la vivo. ¿Sabemos bien en quien tenemos puesta nuestra fe?, ¿sabemos en quien hemos puesto nuestra confianza?

Hablar de la fe que uno siente es complicado, y más aún en estos días donde la religión no se encuentra entre las prioridades de cada uno de nosotros. Desde muy pequeños se nos enseña cómo debemos prepararnos un buen futuro, que sea prometedor y cómodo. Nos preocupamos de aprender diferentes idiomas, de conseguir una buena carrera universitaria y obtener un puesto de trabajo que nos permita llegar holgadamente a fin de mes. Nos llenamos de tantas cosas que no dejamos hueco para Dios y los demás. Pues bien, así ha sido mi juventud.

La puerta sólo se puede abrir desde dentro

¿Cómo surge mi vocación? Es verdad que Jesús es quien nos habla a todos y cada uno de nosotros, pero para poderlo oír es necesario querer entablar diálogo con Él. Jesús es quien toma la iniciativa y nos llama a la puerta de nuestro corazón, pero esta puerta la tenemos que abrir nosotros, sólo se puede abrir desde dentro.

Desde pequeño comencé a hacer oración, primero en la eucaristía del domingo, después en los Grupos de Oración y Amistad y por último en la Adoración Nocturna Española. Al principio la oración me resultaba aburrida, pero era porque la hacía un monólogo. Más tarde descubriría como en la oración se puede llegar a entablar conversación con Dios.

Pero la vida de oración, sin más, no es suficiente, es necesaria una vida de eucaristía. Después de dos años de trabajo en Ciudad Real marché a Málaga, donde he estado trabajando durante seis años. Fue allí donde fui progresando desde una eucaristía semanal a diaria. Ir a misa todos los días no me hace ser mejor que nadie, pero me interroga sobre mi vida, me lleva necesariamente a una vida de compromiso. El mensaje y persona de Jesús es tan grande que no podemos quedárnoslo sólo para nosotros. La fe no es para vivirla individualmente, sino para compartirla con los demás, con los niños de catequesis o con los abandonados del Cotolengo de Málaga. Fue al calor del sol de la eucaristía donde fue madurando mi vocación, aquella llamada que sentí con catorce años se volvió mucho más intensa hace dos años. Sentía que Dios quería algo más de mí, pero ¿cómo iba a renunciar a mi boda, a mi trabajo y a mi posición social? ¿Cómo podía ser que Dios se fijase en mí con lo pecador que soy y la de defectos que tengo?, ¿Cómo siendo ingeniero va a querer el Señor que abandone esta dirección por la de hacerme pescador de hombres? Y la pregunta más importante: ¿Cómo puedo estar seguro de que Dios me está llamando a mí?

El discernimiento sobre una vida como sacerdote

La respuesta no se hizo esperar. Mi director espiritual, que tanto me había animado a la vida matrimonial, me propuso que debía considerar la vocación sacerdotal. Por otro lado, una religiosa de las misioneras eucarísticas de Nazaret, con la cual tenía mucho trato, tras una larga conversación me dejó sin palabras al decirme que tras casi seis años de amistad ya era hora de que le dijese que tenía vocación sacerdotal. Más tarde un sacerdote de mi edad, recién ordenado, me dijo «No tengas reparo en dejar entrar en tu casa a Jesús, sólo Él es quien te podrá hacer feliz si te fías plenamente de su palabra. No des lugar a preguntarte al final de tus días si debías haber dado el paso, pues aquel día será tarde».

Así fue cómo me planteé seriamente hacer discernimiento vocacional y, tras comunicárselo a mi párroco, me puse en contacto con el rector del seminario de Ciudad Real. Poco tiempo después, el día de la vocación de san Mateo entraba de manera oficial en el Seminario de Ciudad Real.

Rogad al Señor que siga enviando obreros a sus mies y rezad por ellos, pues en las vocaciones sacerdotales se descubre la viveza y la calidad de la Fe cristiana. Desde aquí ruego una oración por los sacerdotes para que sigan siendo fieles a la misión que el Señor les encomendó y no se dejen arrastrar por la mundanidad y sus consecuencias.

Cuestiones de fe

Existencia de Dios (2)

Límites de la demostración

Uno de los muchos debates sobre Dios es la cuestión de si se puede demostrar su existencia o si se puede demostrar su no existencia. En sentido estricto no se puede hacer ninguna de las dos.

Quizá pueda extrañar la anterior afirmación, pero no hay razón para ello. La cuestión depende de qué entendamos por Dios. Si decimos que es un ser superior, sin limitaciones, una consecuencia de esto es que Dios no está limitado por el tiempo y el espacio.

Si pensamos que Dios estaba antes del Big Bang, al principio del universo, es decir, antes del punto inicial en el que se formó la materia, el espacio y el tiempo, entonces estamos poniendo a Dios una vez más en el espacio y el tiempo.

En muchas ocasiones habremos escuchado la pregunta ¿dónde está Dios?. Evidentemente la respuesta es en ningún sitio, porque si estuviera en algún sitio no sería Dios.

Creer para vivir

Virtud y valor personal

La valoración de las personas

Todos decimos que la dignidad de las personas en infinita y que, por tanto, no se puede cuantificar el valor de las personas. Pero de hecho sí valoramos las distintas vidas de acuerdo a criterios subjetivos.

La belleza física de una persona siempre ha sido un valor. La perfección física también, llegando a la eugenesia para alcanzarla socialmente.

Las condiciones para la vida social, como la simpatía, son un valor, llegando a tener consecuencias políticas muy graves como demuestra la historia tantas veces.

Alcanzar una vida de éxito en lo económico, profesional, afectivo, etc, es quizá el criterio más usado en la actualidad.

Algunas de estas características se consiguen sin méritos propios o con pocos méritos. Además pueden desaparecer de un modo rápido e inesperado. ¿Deben ser estos nuestros criterios de valoración propios y ajenos?

Las virtudes nos ayudan a valorarnos y valorar de un modo más estable, duradero y justo. Es más interesante ser honrado, humilde y sencillo que ser hermoso. Pero cuántas veces lo hacemos al contrario.

Noticias

El domingo, 6 de noviembre de 2022, celebramos el Día de la Iglesia Diocesana bajo el lema «Gracias por tanto». La importancia de este día, incluyendo un video, se puede encontrar muy bien explicado en la web de la diócesis. Enlace.

Fundadora de las Siervas de Jesús, 2
01001 Vitoria-Gasteiz
Álava/Araba
Teléfono: 945 25 41 93 / 650 96 12 71
Email: sanpedrogasteiz@telefonica.net