Boletín n. 9

08/03/2023

Sumario

Testimonio

Mehdi Djaadi, el actor que dejó el islam por Cristo

Ahora combate el relativismo de su ambiente

Mehdi Djaadi nació en 1986 en Saint-Étienne. Es francés de origen argelino y se crió como musulmán. El nos cuenta su vida.

Crecí en Crêt-de-Roc, un barrio de Saint-Étienne (Alto Loira). Mis padres llegaron de Argel: mi padre era albañil y mi madre niñera. Segundo de cuatro hijos, yo era un gamberro, un solitario, no tenía muchos amigos en el colegio. ¡Pero Dios me dio un talento para la imitación! Para divertir a mis compañeros, imitaba los acentos y me disfrazaba de personajes varios.

Cuando tenía 14 años, robé unos euros de la caja de la mezquita para comprarme un kebab. Para mi familia, musulmana practicante, fue una deshonra total. Conocí el peso que ejercen los líderes que hacen el papel de la policía en ciertos barrios, en los que sus leyes prevalecen sobre las de la República. Dejé de hacer las cinco oraciones al día, aunque seguía sediento de Absoluto.

Un día vi una iglesia evangélica en el barrio. Empecé a ir, al principio para provocar al pastor, porque afirmaba que Jesús es hijo de Dios, ¡algo inadmisible desde el punto de vista musulmán! Al cabo de una serie de encuentros, me regaló los Evangelios. Yo tenía 16 años. Cuando los leí, me quedé asombrado por la figura de Jesús. Empecé a rezarle, a vivir una amistad muy fuerte con Él. Durante los años en lo que estuve implicado en la delincuencia y el fraude bancario con una banda organizada le supliqué que cambiara mi vida... A los 21 años, dejé Saint-Étienne y me mudé a Valence, donde me alojé con un editor evangélico que una mañana, en una orilla del Ardèche, me bautizó. Mi conversión fue muy dolorosa para mi familia, que siempre había estado a mi lado cuando la necesité. Cuando me convertí al protestantismo creyeron que era víctima de una secta.

En Valence (Drôme) fui a clases por la noche en el Centro Dramático Nacional. Una chica me propuso que le diera la réplica para pasar la prueba a los cursos superiores. Sin mucha fe acepté y me encontré en la Manufacture, la prestigiosa Escuela Superior de Arte Dramático de Lausana, en Suiza. Mi entrada allí fue un shock cultural, a todos los niveles. Había abandonado la escuela a los 16 años y ahora estaba en una carrera universitaria. Además, era el único magrebí, procedente de un ambiente popular, con unas referencias artísticas totalmente distintas a las de mis compañeros.

Viví también un shock espiritual. Cuando llegué a Suiza, me alegré de ir a la patria del protestantismo y descubrir a Juan Calvino. Pero en lugar de esto, me encontré en un universo que se autodenominaba tolerante y muy anticlerical. En Lausana luché entre seguir a Cristo y los excesos de la vida estudiantil. La palabra de Dios me seguía alimentado, pero tenía dificultades con las predicaciones de los pastores evangélicos, que me hacían pensar en un show.

Al final del primer año estaba agotado. Jonathan, un amigo de infancia católico, me propuso ir a un retiro a la abadía de Sept-Fons (Allier). Allí fui a la Adoración. Me sentí envuelto por su presencia. Sentí la tristeza de no poderme unir a Él en la eucaristía. Los dos años siguientes los dediqué a Dios. A las seis de la tarde iba a misa a la basílica de Notre-Dame du Valentin, y también a catequesis.

Al final de mi tercer año (2013) recibí la comunión y el sacramento de la confirmación. Me sentí rodeado de Jesús y los santos. Al acabar los estudios dudé de si convertirme en actor, no me apetecía ser el blanco de la ideología dominante. Pero siento que estoy llamado a eso. Ha sido más duro aceptar mi vocación al mundo de la escena que pensar en el sacerdocio. ¡Ser actor es un sacerdocio! Yo, que soñaba con un trabajo estable, con horarios fijos, me he convertido en un saltimbanqui, que trabaja de noche y viaja al extranjero. El ambiente de la cultura es paradójico. Celebra la diversidad, pero no soporta a quien se opone al relativismo actual.

Debido a mi oficio, soy un puente entre universos distintos. Frecuento y discuto en profundidad con homosexuales militantes. Se dan cuenta que no soy el católico de caricatura que ellos imaginaban. Un vez superados los clichés, nos podemos apreciar e incluso amar. Entre los "magrebíes", "los católicos" y el ambiente cultural, no pertenezco a ningún ámbito, estoy en parte dentro y en parte fuera de todos ellos.

Es este aspecto de estar fuera de lugar, de desplazado, el que he encontrado en Le Dorothy, esa cafetería-taller asociativo católico de París, donde el emigrante frecuenta al artista y al alto funcionario. Allí conocí a mi mujer, Anne. Nos casamos en el 2019. Es mi roca, mi pilar, sin ella nunca habría montado este espectáculo sobre mi vida. En un momento en que se habla de la igualdad hombre-mujer, ¡yo estoy convencido de la superioridad de mi esposa!

ReL. 05 noviembre 2020  

Cuestiones de fe

Existencia de Dios (9)

El ajuste fino

Una de las cuestiones que más asombran a los cosmólogos es el "ajuste fino" de las constantes fundamentales del universo. Si el valor de las mismas hubiese sido ligeramente distinto, el cosmos resultaría radicalmente diferente a como lo observamos hoy (sería probablemente un gran vacío sin galaxias o un enorme agujero negro). El ajuste fino es algo que muchos han visto como un argumento a favor de la existencia de un ser superior, que fijaría los valores oportunos de las constantes antes de poner en marcha el universo.

Por ejemplo, las características del universo en el que nosotros evolucionamos dependen de una quincena de constantes físicas, que en la actual ausencia de un principio unificador, se consideran independientes entre sí. La aparición de supercomputadoras permitió que los astrofísicos modelaran el desarrollo del universo y luego modificaran esas constantes, una por una, o al mismo tiempo, para simular nuevos universos («universo juguete»). El número de universos juguete así obtenidos es casi infinito. Algunas de esas simulaciones han mostrado que casi todos los universos juguete que resultan son estériles. Según esas simulaciones, solo un ajuste hiperfino de las constantes fundamentales permite la aparición del universo estable y viable en el que estamos. Los defensores del principio antrópico se niegan a ver ahí una simple «casualidad feliz», que sería creíble si se tratara solo del ajuste de una única constante, pero imposible en las 15 constantes independientes. (fuente wikipedia).

El libro "The Grand Design" de Stephen Hawking y Leonard Mlodinow rechaza esta visión proponiendo un escenario científico alternativo. En realidad, nuestro universo no sería sino uno de los muchos posibles dentro del gran multiverso (el conjunto de todos los potenciales universos en una teoría unificada de supercuerdas). Los universos nacerían a partir de fluctuaciones cuánticas y el nuestro no tendría nada de especial; procedería simplemente de una fluctuación que se amplifica hasta desarrollar un universo capaz de albergar seres humanos conscientes de ello.

Desde un punto de vista estrictamente científico, los intentos de dar una explicación natural del origen del universo a partir de la teoría del multiverso son, hoy por hoy, pura ciencia ficción, como reconocen todos los científicos (incluidos Hawking y Dawkins).

Creer para vivir

La fundamentación de la virtud

El porqué de la virtud

Hemos mencionado anteriormente, en varias ocasiones, la virtud del orden. De entrada, puede parecer interesante como virtud por las ventajas que podría reportarnos. Pero es muy probable que, en algún momento en el cual nos cueste vivir el orden, nos preguntemos por qué tenemos que vivirlo. Esa es la cuestión de la fundamentación.

El por qué nos lleva necesariamente a otras preguntas ¿Siempre hay que vivir el orden? ¿Hasta qué punto si entra en conflicto con otra virtud? Y entonces ¿qué virtudes son más importantes? Posiblemente hay más preguntas.

Pero para contestarlas hay que referirse a algo que está por encima de la propia virtud del orden. Nos vamos hacia cuestiones antropológicas: qué es el bien para el ser humano, si se puede alcanzar, cómo, etc.

Lo mismo podemos decir de cualquier otra virtud. En el cristianismo, sin quitar importancia a las cuestiones filosóficas, podemos decir que el fundamento de las virtudes es parecernos a Jesucristo, perfecto hombre.

En la práctica no es fácil contestar siempre a cómo parecernos a Jesucristo, pero si nos da una cierta fundamentación de la búsqueda de la virtud. Además esa misma fundamentación nos ayuda por medio de la gracia en la adquisición de la virtud.

Noticias

D. Juan Carlos Elizalde Espinal celebrará el 12 de marzo su aniversario de ordenación (2016). 

https://diocesisvitoria.org/obispo-de-vitoria/

Colectas

Misiones Diocesanas Vascas celebra sus 75 años de tarea misionera. Desde 1948 sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos de diferentes edades y sensibilidades han participado en la labor misionera de la Iglesia.

Por todo ello, la Delegación de Misiones de Vitoria ha preparado una agenda en torno al 19 de marzo en el marco de estos 75 años. Aquí se puede encontara toda la información.

https://diocesisvitoria.org/voces-del-sur-vitoria/

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